La que ama

I.

quizá porque la noche deviene en su cama 
como un designio,
quizá porque toma una calandria entre sus labios
sin infligirle daño alguno,
o quizá, porque acaricia la hierba
como si arrullara la espalda de un niño dormido:

II.

se acuesta de este lado del precipicio,
y deja tierra firme para los demás,

III.

es una forma abierta como una pendiente
- grita y cae envuelta en la noche - 
es clavarse a una canoa de cristal
y esperar a que el río haga el resto,

IV.

y también es implosionar una granada,
rasgar las vestiduras que velan la tierra
y abrir heridas ramificadas de luz,
como platos con grietas rellenas de oro,

V.

hay emociones punzantes - avisó -
como abejas picando ternuras

VI.

y también hay la sensación de deslizarse por
el trayecto derivado de una suave patada,

VII. 

pero su cuerpo se hincha como pan leudado
y siente miedo que le estallé el corazón,

VIII.

entonces duda, la duda parece ser
el signo de les que aman,

IX.

la duda parece tener los bordes lijados,
como si la hubiesen acariciado por mucho tiempo,

X.

la duda desapareció mientras pestañeaba,

XI.

está por llegar al fondo,
entonces recién se acercan al borde
- como sombras tardías -  
los que quedaron allí arriba,

XII.

finalmente lo ha logrado,
ha caído en desgracia en
un luminoso e inútil
acto de amor,

XIII.

quizá porque teje sombras de rostros,
y acuarela el paisaje con sueños de malta,

XIV.

tal vez, quizá, porque ama como ama, 
como si en ello se le fuese la vida.

XV.

ahora baila entre lirios su cuerpo quebrado,
parece que por fin podrá dormir,

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