Lo unido

Te he vigilado por los bordes,
en los intersticios ciegos de cuando parpadeabas.
- Como los gauchos - te he estudiado de refilón
mientras distraída cocinabas no sé que caldos.

Busqué - en el espacio de luz donde se filtra tu mirada,
en las arrugas profetisas de tu ceño oráculo-
¿qué es eso que te tiene como colgada de un andamio,
cansada como una alfombra frente al calor de un hogar?

Y por el silencio que se avienta sobre los márgenes de tu cuerpo,
por el lado ciego de tu espalda y de tus manos y de tu sexo,
encontré nada más que un anhelo - enraizado un anhelo -
como un junco de luz esperando materializarse.

Y bebe del manantial - subterráneo de misterio -, 
se estira en delicadas cintas de luz al viento,
ay! es tan vibrante como un árbol y,
ahora sí! es tan santo de mi devoción ese anhelo!

que me gustaría ser la fuente que sostiene su torso
me gustaría que se anude sobre mí, que se enlace a mí,
hasta confundirnos como lo hacen la voz y las palabras 
en una sola plegaria.

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