La que ama
I. quizá porque la noche deviene en su cama como un designio, quizá porque toma una calandria entre sus labios sin infligirle daño alguno, o quizá, porque acaricia la hierba como si arrullara la espalda de un niño dormido: II. se acuesta de este lado del precipicio, y deja tierra firme para los demás, III. es una forma abierta como una pendiente - grita y cae envuelta en la noche - es clavarse a una canoa de cristal y esperar a que el río haga el resto, IV. y también es implosionar una granada, rasgar las vestiduras que velan la tierra y abrir heridas ramificadas de luz, como platos con grietas rellenas de oro, V. hay emociones punzantes - avisó - como abejas picando ternuras VI. y también hay la sensación de deslizarse por el trayecto derivado de una suave patada, VII. pero su cuerpo se hincha como pan leudado y siente miedo que le estallé el corazón, VIII. entonces duda, la duda parece ser el ...